miércoles, 1 de febrero de 2012

Aquella noche toledana.


En unas horas, doce y media, para ser exactos, vuelvo a Toledo. Me encanta. Es una ciudad Imperial. La historia duerme en sus calles, calles de templarios, de caballeros, de musulmanes, de cristianos, de judíos, de leyendas, de batallas, de escuderos, de doncellas... Calles mágicas.

La he visitado muchas veces, con distinta compañía, siempre buena, y nunca ha dejado de sorprenderme. Zocodover, el Alcazar, la Puerta de Bisagra, La Plaza de la Merced, la Catedral...Me encanta.

La visita que más recuerdo, con especial cariño, fue aquella noche de Agosto, con mis inseparables amigos, don Fernando Muñoz Laguna y don David Medina Molina, más conocido en los mentideros como Buda.

Íbamos a hacer un poquito de radio, de noche, la que más mola. Nos hicimos cuatro horas de viaje, y estuvimos toda una noche en vela, para 12 minutos de sección a las cinco de la mañana, ¿pero sabéis qué?  A mi me mereció la pena.

Lo primero, por pasar otro "tiempo de radio" con esos dos grandes compañeros que tengo.

Lo segundo, por visitar Toledo, verla de noche, nadie por las calles, sentados en un murete, con la ciudad a nuestros pies...

 Lo tercero, por hacer un programa desde la mítica Radio Toledo, ahora Onda Cero, con el inconmensurable Javier Ruiz, genio y figura del micrófono, y referente (entre otros) de la profesión para nosotros.

Y lo cuarto, aquel tweet. A las 3 de la mañana, cuando Twitter era un patio de almas somnolientas pegando los últimos bostezos antes de irse a dormir, Valdepeñas y Toledo se unieron, en una sola mención. Y algo, saltó en mi cabeza. No me hizo falta decir nada, ya estaba Fer para darse cuenta y decirlo. (Llegados a este punto, diré que Fer tiene un ojo crítico para estas cosas, y nota personal para mi yo futuro "Tienes que hacerle más caso").

A partir de ahí, todo fue un barruntar en mi cabeza, apoyado por Buda y Fer, que ponían su granito de arena... Hasta que en Zocodover, siendo ya las 8 de la mañana (y sereno) mientras me zampaba un bocadillo de cinta de lomo, con queso, del tamaño del brazo de Pau Gasol (soy así, hay cosas que no se pueden cambiar), me atreví, (otra vez, empujado por mis dos mejores amigos) a sacar el móvil y dejar aquel comentario del Tuenti.

Y así, quiero yo pensar, nació algo, en aquella bonita noche toledana. La clave, fue Zocodover.

Toledo, en unas hora vuelvo, espero que me guardes otra sorpresa, aunque me conformo con la misma :)

Guillo.

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